(Por Pablo Burgués)

 

El 5 de septiembre de 1987 tuvo lugar en Ibiza la fiesta que, a día de hoy, se sigue considerando como la más desmadrada que jamás haya tenido lugar en la isla (exceptuando la primera comunión de Pocholo). El organizador del sarao fue ni más ni menos que Freddie Mercury quien, sabedor de que 41 primaveras no se cumplen todos los días, decidió darle un pequeño y merecido homenaje a su bigote. Nada, una cosilla íntima y comedida en la que tan solo hubo 500 invitados… Pero no amigas, no os dejéis deslumbrar por semejante cifra, porque la verdad es que la mayoría de los asistentes eran gentes bien aburridas y poco dadas a la algarabía nocturna, como Tony Curtis, Naomi Campbell, Elton John o Julio Iglesias.

Otro invitado ilustre fue Jean-Claude Van Damme, el cual no le caía especialmente bien al cumpleañero, pero como este era un poco ratuno pensó: “bueno, si invito al gabacho pegón al menos me ahorro una buena lana en seguridad”. Pero lo barato sale caro ya que Freddie no tuvo en cuenta que con la cantidad de alpiste que semejante pájaro se comió esa noche le habría salido más rentable traerse de seguridad al Mosad al completo (y aún le habrían sobrado unas libras para contratar a dos o tres miembros del Equipo A).

Prácticamente todos los datos sucios (y por lo tanto interesantes) sobre lo que sucedió dentro de aquella fiesta han permanecido en secreto hasta el día hoy, y solo se filtraron a la prensa los detalles más naif de la velada. Por ejemplo, que se descorcharon 350 botellas de Moët Chandon del güeno y que la tarta de cumpleaños fue una réplica de la Sagrada Familia de dos metros de largo por dos de ancho.

Pero a pesar de su descomunal tamaño, el postre no fue suficiente para cubrir las necesidades de glucosa de los asistentes por dos simples razones: que la cantanta Montserrat Caballé fue la primera en servirse y que con el desfase que iba en el lugar, alguien tiró la tarta al suelo antes de empezar a servirla. Para solucionar el pastel (nunca mejor dicho) se encargaron otros tantos metros de merengue, esta vez decorados con la partitura de “Barcelona”, canción que Freddie había grabado meses antes junto a la golosa soprano.

Otra curiosidad que trascendió es que el lugar donde tuvo lugar el sarao se decoró con tantos globos dorados que los trabajadores necesitaron 3 días para hincharlos todos. Bueno, la verdad que este dato por sí solo no es demasiado esclarecedor, ya que para saber con exactitud la cantidad de globos de la que estamos hablando deberíamos conocer también la procedencia de los operarios… Me explico: si por ejemplo los currelas fueron japoneses, en tres días les hubiese dado tiempo de inflar miles de globos. Sin embargo si el personal era español el monto total no hubiera superado las 15 docenas... Y ojo que para nada estoy sugiriendo que los españoles seamos unos vagos, sino que de todos es sabido que la capacidad pulmonar del Homo Hispanicus es de las más pequeñas del mundo.

Como broche de oro de la fiesta hubo un pantagruélico espectáculo de pirotecnia, de tal magnitud que una persona aseguró haberlo visto perfectamente desde la península. Ya, ya sé que Ibiza está a tan solo 115 km de Denia, pero cabe destacar que la persona que afirmó haber visto los fuegos artificiales desde allí fue Stevie Wonder.

 

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