(Por Pablo Burgués)
En 1860, el fabricante estadounidense de billares Phelan and Collander, ofreció una suculenta recompensa de 10.000 dólares americanos a quien consiguiera desarrollar un material de características similares al marfil. ¿Por qué? Pues porque hasta entonces las bolas de billar, así como las teclas de piano, se venían haciendo de colmillo de elefante, lo que suponía la muerte de alrededor de 100.000 ejemplares al año.
¿Nos encontramos entonces ante la primera compañía Eco-friendly-animalistas de la historia? Para nada señora. La razón principal (y única) de esta iniciativa no era otra que la económica, ya que el elevado costo de matar a semejante bicho, cortarle los colmillos, llevarlos en barco desde África hasta Estados Unidos y convertirlos en bolas de billar hacía que la fabricación del jueguecito saliese por un pico. Encontrar una alternativa más económica supondría un abaratamiento enorme en la producción y por lo tanto un aumento sustancial en las ganancia de la empresa.
Una de las personas que participaron en el concurso fue el inventor John Wesley Hyatt, quien presentó una cosa llamada nitrocelulosa que era la bomba. Y nunca mejor dicho, porque tras varias pruebas en laboratorio se comprobó que aquel material tenía propiedades comunes con la pólvora y un golpe demasiado fuerte podía hacerla explotar. Aunque divertida y prometedora, la idea de fabricar billares explosivos no terminó de convencer a los aburridos responsables de la compañía y el pobre señor Hyatt se fue a su santa casa con las manos vacías.
Sin embargo el tío no se dio por vencido y unos cuantos años más tarde (y unas cuantas explosiones después) aquella cosa suya se convirtió en uno de los productos más exitosos de la historia. ¿Cómo fue eso? Pues porque aquel material supuso el disparo de salida para la posterior producción de todo tipo de plásticos sintéticos, como el polietileno o el polipropileno, con los que hoy en día se hacen todas y cada una de las cosas de plástico que nos rodean.
¿Y qué tiene todo esto que ver con Ibiza? Pues nada oiga. La idea original de este post era concienciarte del problema de los residuos plásticos y de cómo estos están acabando con gran parte de la biodiversidad del mediterráneo. Sin embargo, conociéndote como te conozco, estaba seguro de que si me limitaba a dar un montón de datos científicos sobre el tema pasarías de mi culo. Para evitarlo he decidido captar tu atención con una historia divertida y cuando menos te lo esperes soltarte un zas en toda la boca: ¡Deja de usar pajitas, cucharillas, botellas de agua y demás objetos plásticos de un solo uso, que además de innecesarios están convirtiendo las mares en fucking estercoleros!
No, no digo que solo con esto, tú solito, puedas terminar con este enorme problema, pero también puedes ayudar a asociaciones como Greenpeace a conseguirlo. ¿Y eso cuanto me va a costar? Pues entre nada y cero oiga, simplemente tienes que pinchar Aquí y firmar su iniciativa. Y eso sí que lo puedes hacerlo tú solito ;)
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