(Por Pablo Burgués)

Mi abuelo que era un hombre del renacimiento, tremendamente sensible y un apasionado de la poesía, me dijo un día una bella y delicada frase que nunca olvidaré: “Muchacho, en esta vida solo hay dos clases de personas: los cagones y los descerebraos”.

Según esta elaborada, aunque poco contrastada teoría, “los cagones” serían todas aquellas personas que ven la vida como una carrera de fondo y por lo tanto parecen pasar por este mundo con el freno de mano puesto. Es gente a la que no le gusta arriesgar y se conforman con lograr un bienestar vital moderado siempre y cuando este sea duradero en el tiempo. De ahí que estos sujetos suelan invertir todos sus esfuerzos y dinero en valores a largo plazo como la familia, el amor, el trabajo, el Atlético de Madrid... Los seguidores de esta escuela filosófica son muy fáciles de reconocer ya que se visten de arriba abajo del Decathlon, beben Aquarius y nunca pero nunca se comen el borde de las pizzas.

Del otro lado estarían “los descerebraos”. Esta corriente de pensamiento englobaría a todos aquellos que viven por y para el placer del ahora. Este planteamiento existencial se debe en gran medida a que creen que la muerte es algo que les va a sorprender más pronto que tarde, así que para lo que me queda en el convento me cago dentro. Pese a ser animales libres, vitales y díscolos, suelen presentar importantes cuadros de arrepentimiento agudo ya que siempre se dejan llevar por aquello que les pide el cuerpo sin pensar en las consecuencias. Estos sujetos son muy fáciles de reconocer ya que llevan un brazo entero tatuado con carpas japonesas, el cual se hicieron para tapar otro tatuaje tribal que se hicieron con 20 años, que a su vez se lo hicieron para borrar el nombre de su ex mujer/hombre de su vida.

¿Y por qué os cuento todo esto?. Pues porque hoy quiero hablaros del personaje que en mi humilde opinión fue el mayor descerebrado del siglo XX, o lo que es lo mismo, el tío más disfrutón all around the world. No amigas, no estoy hablando de Hugh Hefner, ni de Jesús Gil y Gil, sino de un señorín de bigote nacido en 1946 en la isla de Zanzíbar y que el 5 de septiembre de 1987 celebró su 41 cumpleaños en Ibiza. La celebración fue un auténtico desmadre, hasta el punto de que a día de hoy se sigue considerando aquella fiesta como la más loca de la historia de la isla… Y decir eso en la isla de las fiestas te aseguro que no es moco de pavo.

¿Qué de quién estoy hablando?. Pues sintiéndolo mucho tendrás que esperar hasta la semana que viene para saberlo, pero te daré una pista: tenía la boca llena de dientes y ostenta el Record Guinness de “la persona con el pelo del pecho más lozano y rectilíneo desde que hay mediciones”.

 

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